DIVISION DEL TRABAJO
La División del trabajo y tipos: Cuando un trabajador realiza las distintas tareas necesarias para fabricar un producto, el rendimiento es lento, por ello hay que repartir las tareas.
- División industrial: Se trata de la división de tareas dentro de una misma industria o empresa.
- División vertical: Un conjunto de trabajos realizados antes por una persona y actualmente da lugar a distintas profesiones.
- División colateral: Es la división por la cual se separan distintas profesiones.
Ejemplo: Los alfileres del libro "la riqueza de las naciones" de Adam Smith, si una persona fabrica alfileres hace menos de cien al día mientras que si dividimos el trabajo puede fabricar hasta 10.000 alfileres.
Ventajas de la división del trabajo
- Ahorro de capital: cada obrero no tiene que disponer de todas las herramientas que necesitaría para las distintas funciones.
- Ahorro de tiempo: el operario no tiene que cambiar constantemente de herramienta.
- Los trabajos a realizar por cada operario son más sencillos, con lo que el error disminuye. Simplicidad de las funciones a realizar.
- Invención de máquinas.
Cuando el trabajador se centra en una tarea pequeña y sencilla pondrá más atención que si realiza una donde deba estar rotando de trabajo constantemente con sus compañeros; es decir, al realizar una tarea más complicada perderá la concentración en el momento de la rotación. En el texto de Smith "Investigación sobre la naturaleza y causas de las riquezas de las Naciones" se habla también de la importancia del aporte de las maquinarias (creadas por los artesanos con el objeto de agilizar el trabajo). Éstas brindan a la tarea un plus de sencillez y su uso se centra en crear métodos rápidos y simples de ejecución.
Se llama división del trabajo, a la separación de las operaciones productoras. Merced a esta división cada obrero se ocupa siempre de la misma clase de operaciones, y entre todos los obreros de una fábrica se alcanza un resultado común por la reunión de sus esfuerzos. Consiste en la separación de las operaciones productivas, en la descomposición del esfuerzo total que exige la satisfacción de nuestras necesidades materiales, de suerte que cada productor atienda a una sola de ellas determinadamente y se dedique siempre a la misma tarea o a un corto número de funciones.
En la práctica es hoy día tan importante su aplicación que sólo con ella y por ella puede haber grande y buena producción; pudiéndose también añadir que la división del trabajo camina al compás de la civilización del mundo, pues cuanto más adelantado es un pueblo, más divide el trabajo y más separa las ocupaciones, porque con ello consigue mayor aumento de fuerza productiva y mejor satisface las necesidades de la producción .
Por sencillas que parezcan las operaciones industriales, siempre son susceptibles de descomponerse, de donde se infiere que la divisibilidad del trabajo tiene analogía con la divisibilidad de la materia.
La historia de la división del trabajo confirma esta aserción; los primeros hombres procuraron bastarse a sí mismos, cazando, pescando, fabricando sus armas y confeccionando sus vestidos; pero al brotar la civilización se multiplicaron los productos y se sucedieron los cambios, y entonces nació la división del trabajo, según las profesiones, pues hubo ya clases de cazadores, pescadores, pastores, labradores, artesanos y mercaderes; con el tiempo, la civilización fue adelantando y las profesiones subdividiéndose, y así los artesanos fueron carpinteros, herreros o tejedores, y los mercaderes merceros, pañeros o abastecedores; no cesó aquí la división del trabajo, pues como la fabricación de cada objeto requiere una larga serie de procedimientos, cada obrero se aplicó a una sola operación, y hubo en una misma fábrica, forjadores, laminadores, niqueladores, etc.
La división del trabajo también la practican las naciones para aumentar la producción, y por eso vemos que el café, el azúcar y las especies son propios de los países cálidos; el vino, el aceite y los cereales de los templados; y el musgo, el liquen y el abadejo de los fríos.
Para demostrar el aumento de la fuerza productora que se consigue con la división del trabajo, nos presenta Smith el ejemplo de una fábrica de alfileres, en la cual diez operarios encargados de dieciocho operaciones, divididas entre ellos, producen 48.000 alfileres por día, o sea 4.800 alfileres por cada hombre; mientras que si cada obrero de por sí hubiera tenido que hacer las dieciocho operaciones, o sea estirar el alambre, cortarlo, encabezarlo, lustrarlo, empaquetarlo, etc., difícilmente hubiera podido hacer 20 alfileres al día.
Las ventajas que más detalladamente señalan los economistas de la división del trabajo son las siguientes: aumenta la destreza del trabajador y disminuye su esfuerzo, porque la repetición de unos mismos actos los facilita en extremo; economiza el tiempo que se invierte en mudar de sitio y de herramientas cuando hay que ejecutar diversas operaciones; facilita la invención de las máquinas, porque concentra la atención del trabajador en una aplicación determinada; ahorra el gran número de los capitales que serían necesarios para que cada productor se ocupase en varias industrias, y finalmente, permite utilizar todas las aptitudes, porque da lugar a tareas muy sencillas que pueden ser desempeñadas por los hombres débiles, las mujeres y aun los niños. Pudiera añadirse a todos esos beneficios la rapidez, que da a la producción la división del trabajo, haciendo simultáneas las operaciones que sin ella habrían de ejecutarse sucesivamente.
La división del trabajo comienza por agrupar las ocupaciones análogas, y se desarrolla luego, constituyendo en industrias distintas cada una de las operaciones necesarias para formar un producto. Aunque esa división no puede aplicarse con igual intensidad en todas las producciones, sus limites, por regla general, no son otros que los que detienen al trabajo mismo, y le sigue en todos sus progresos: cuanto mayor es el esfuerzo dedicado al fin económico, tanto más se fracciona; así vemos que la división apenas indicada en las localidades e industrias pequeñas crece sin cesar en las grandes empresas y en los centros de población considerable.
Hacia mediados del siglo XIX, durante la segunda fase de la Revolución Industrial, el mercado mundial se integró como nunca antes lo había hecho, gracias al notable desarrollo de los medios de transporte y de comunicación. En este proceso, el librecambio cumplió un papel fundamental. ¿Qué significa esto? Que la libre circulación de mercaderías entre los países o su facilitación a través de eliminación o disminución de aranceles (impuestos) aduaneros, abarató los precios y favoreció los negocios. Esta expansión comercial europea otras veces recurrió a la fuerza, ocupando territorios a los que obligaba comprarles manufacturas a la vez que obtenían sus materias primas en un fenómeno tambien propio del período conocido como Imperialismo.
Junto con estos procesos, se fue consolidando una nueva división internacional del trabajo. ¿En qué consistía? En un mundo que, hacia la segunda mitad del siglo XIX se dividió en dos: en PAÍSES CENTRALES, industrializados, productores de manufacturas, aquellos que acompañaron a Gran Bretaña en el desarrollo industrial (Europa occidental, EE-UU, Japón); y PAÍSES PERIFÉRICOS, productores de materias primas (Europa Oriental, América Latina, África y Oceanía).
En este mercado mundial, los primeros vendían sus productos manufacturados a los segundos, mientras éstos les vendían sus materias primas. Como ejemplo: en este período Gran Bretaña era el “taller del mundo” a la vez que Argentina era el “granero del mundo”. Las diferencias estaban bien marcadas, lo mismo que el papel que le cabía a cada país que formaba parte de este mercado. El problema que se le planteaba a los países periféricos, eran las condiciones desiguales del intercambio: por la dependencia que se generaba con los países centrales, porque los productos industriales tenían un valor agregado en comparación con las materias primas, porque los precios eran fijados por las potencias, y porque el trabajo industrial utilizaba más cantidad de mano de obra y más calificada que en las economías agrícolas, beneficiando a sus economías. Así, las periferias eran mercados donde los países centrales vendían sus productos industriales, proveían de tecnología y prestaban capitales. Por su parte, los centros mundiales compraban a las periferias algunas de sus materias primas porque les resultaba más barato importarlos que producirlos.
El historiador británico Eric Hobsbawm describe a estos dos mundos asÏ: “… dos sectores distintos que forman un único sistema global: los desarrollados y los atrasados, los dominantes y los dependientes, los ricos y los pobres… En tanto que el primero de esos mundos (más reducido) se hallaba unido, pese a las importantes disparidades internas, por la historia y por ser el centro del desarrollo capitalista, lo único que unía a los diversos integrantes del segundo sector del mundo (mucho más amplio) eran sus relaciones con el primero, es decir, su dependencia real o potencial respecto a él.”
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